La forma más eficaz evitar que nuestro bebé contraiga tos ferina es vacunar a las embarazadas. Aunque la vacuna de la tos ferina se aplica a los bebés cuando cumplen 2 meses de vida, el problema es si esta bacteria afecta a niños menores de 6 meses ya que el cuadro puede ser grave.
Al vacunar a una mujer embarazada se consigue:
- Disminuir las posibilidades de que la madre sufra tos ferina, reduciendo así el riesgo de que contagie a su hijo cuando nazca.
- Empezar a producir anticuerpos, que llegarán al bebé a través de la placenta, creando una protección frente a la tos ferina en el niño desde el nacimiento.
- La Tdpa es una vacuna segura y eficaz que ofrece protección frente a la tos ferina, tétanos y la difteria. Al ser una vacuna inactivada no causa problemas adversos ni en la madre ni en el feto.
¿Cuándo vacunar a la embarazada?
La Asociación Española de Pediatría- desde el año 2011 -siguiendo recomendaciones realizadas en países como EE.UU y el Reino Unido, recomienda la vacunación entre la semana 27 y 36 de embarazo, independientemente de cuándo haya recibido la mujer la última dosis, y revacunar en cada embarazo.
Esta vacunación permite que a la madre le dé tiempo a formar anticuerpos y pasárselos a su bebé antes de dar a luz –un proceso que suele tardar entre dos y tres semanas–.
Es importante que la vacunación sea en el tercer trimestre del embarazo, pues el nivel de anticuerpos maternos que llega al bebé a través del cordón umbilical es más alto cuando la vacunación es reciente, permitiendo que el recién nacido esté más protegido frente a la tos ferina.
¿Cómo se manifiesta?
La tos ferina es una enfermedad respiratoria causada por la bacteria Bordetella pertussis. Se manifiesta con una tos muy intensa que puede llegar a comprometer seriamente la respiración de la persona que la sufre.
Es una enfermedad muy contagiosa que se transmite cuando una persona infectada por esta bacteria estornuda o tose al lado de una sana. La tos ferina puede afectar a personas de cualquier edad pudiendo ser muy grave en los recién nacidos.
Los síntomas son similares a los del resfriado común y, en general, se presentan aproximadamente una semana después de la exposición a la bacteria. Es a los doce días del contagio cuando suelen aparecer los episodios graves de tos.