El suelo pélvico es el conjunto de músculos, ligamentos y estructuras que se encuentran tapizando nuestra pelvis. Su funcionamiento está asociado con los músculos abdominales y la columna lumbar y por lo tanto con la postura.
Cuando hablamos de suelo pélvico, siempre es mejor la prevención de los síntomas que su tratamiento. Por lo tanto, es recomendable que cada mujer valore el suyo.
El embarazo, por los cambios que experimenta el cuerpo de la mujer, es un momento idóneo para realizar esta valoración. El estado de su suelo pélvico influirá en el parto, por lo tanto, valorar y cuidar el suelo pélvico es una buena manera de prepararnos para él.
Otro momento clave para realizar la valoración del suelo pélvico es en el postparto, pues el encajamiento del bebé en la pelvis y el proceso de alumbramiento lo pueden debilitar. Aunque el nacimiento haya sido por cesárea, es importante igualmente esta valoración, pues la cirugía afecta a los músculos y fascias que influyen en el correcto funcionamiento del suelo pélvico.
Las mujeres que realizan deporte de impacto (por ejemplo: correr, jugar al paddle, tenis o fútbol), que sufren estreñimiento o tos crónica, es fundamental que también valoren su suelo pélvico. Las presiones que se generan en la cavidad abdominal con estos esfuerzos lo pueden debilitar de forma considerable.
La menopausia es una etapa marcada por la disminución de los niveles de hormonas como estrógenos y progesterona. Este cambio supone la pérdida de elasticidad de los tejidos que tienen función de sostén de los diferentes órgano pélvicos, lo que con frecuencia supone que la mujer sufra escapes de orina, dolor en las relaciones sexuales y prolapsos.
Pueden, además, aparecer síntomas que indican que se debe de acudir a una revisión de suelo pélvico:
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Escapes de orina (¡aunque solo sea una gota!) al correr, saltar, toser, mantener relaciones sexuales o cuando se tienen camino del baño.
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Escapes de gases o heces en alguna ocasión.
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Dolor, molestia o incomodidad al mantener relaciones sexuales.
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Infecciones de orina de repetición o muy frecuentes.
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Dolor pélvico, lumbar o abdominal, sobre todo si este dolor es frecuente.
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Sensación de peso en la pelvis o aparición de bulto en la zona vulvar.
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Acudir al baño con mucha frecuencia o por la noche.
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Antecedentes de cirugía pélvica, por ejemplo una histerectomía, o alguna cirugía abdominal, para descartar que las estructuras del suelo pélvico no están sometidas a tensión.
Son, por lo tanto, muchos los motivos por los que es conveniente realizar una valoración con un fisioterapeuta especialista en suelo pélvico. No dejaremos de hacer hincapié que lo más importante es la prevención de los problemas para evitar así sus consecuencias.