Ser conscientes de nuestras emociones y responsabilizarnos de ellas es fundamental para el bienestar mental, pero, generalmente, no nos han enseñado cómo manejarlas, cambiarlas o aprenderlas cuando somos niños.
Educar a los niños en un aprendizaje basado en las emociones les permitirá, el día de mañana, poder gestionar muchas áreas de su vida con mayor efectividad, poder comunicarse mejor, reconocer emociones en las otras personas para poder respetar, para poder entender y disponer de una mejor conexión con la sociedad.
Las emociones determinan la manera que tenemos de relacionarnos con el mundo y tomar decisiones, pero hay más elementos que intervienen en este proceso. En los mamíferos superiores, la evolución del cerebro dio un enorme salto con el desarrollo del neocórtex. A los instintos, impulsos y emociones, se añadió la capacidad de pensar de forma abstracta, más allá de la inmediatez del momento presente, de comprender las relaciones, desarrollar un yo consciente y una vida emocional compleja.
Los animales se deciden basándose únicamente en sus instintos y emociones, pero nosotros tenemos que compaginarlo con nuestro cerebro racional si queremos tomar las decisiones correctas para resolver los desafíos diarios. Dicho de otra manera, hay que establecer un diálogo entre la “razón” (cerebro racional o córtex prefrontal) y el “corazón” (cerebro emocional o sistema límbico). Mientras que la amígdala del sistema límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones emocionales extremas, el lóbulo prefrontal se ocupará de la delicada coordinación de nuestras emociones, moderando nuestras reacciones emocionales y nos ayudará a desarrollar planes de actuación adecuados en esas situaciones.
Dado que esta parte más evolucionada del cerebro tarda en madurar es de suma importancia, enseñar a los niños/adolescentes a regular sus emociones para que puedan llegar a soluciones creativas. La infancia, es el período clave para realizar este trabajo, ya que la plasticidad neuronal propia de los niños nos ayudará a moldear su desarrollo cerebral con circuitos mentales saludables.
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LA INFANCIA.
Una adecuada educación emocional en niños y adolescentes, favorecerá:
– Que adquieran destrezas para el manejo de los estados emocionales (ej. control de la ira).
– Que aprendan a regular las emociones difíciles (ej. disminución de ansiedad en niños miedosos).
– Que se recuperen antes en el tiempo de la experimentación de estados emocionales aversivos (ej. que logren calmarse cuando exprimentan una rabieta).
– Desarrollar y aumentar estados emocionales tales como la alegría y la compasión, lo que les ayudara a tener actitud más positva ante la vida y a mejorar las relaciones con los demás.
– Desarrolar habilidades de cooperación y de resolución de conflictos (ej. resolver de manera asertiva un problema con los compañeros de clase).
– Manejar sus estados de ánimos para motivarse y alcanzar objetivos (ej. encajar una frustración a corto plazo a cambio de una recompensa a largo plazo).
– Expresar sus sentimientos de una manera adecuada (ej. reconocer y aceptar que están enfadados sin reaccionar conductualmente de una manera inapropiada).
– Que presenten un adecuado ajuste psicológico y bienestar emocional.
– Que presenten mayor calidad y cantidad de redes interpersonales y apoyo social.
– Menor propensión a presentar comportamientos disruptivos, agresivos, violentos o de consumo de tóxicos.
– Mejor rendimiento escolar, al enfrentarse mejor a las situaciones de estrés.
– Desarrollar una identidad personal sana (ej. tener una autoestima realista).
También existen evidencias empíricas para afirmar que los alumnos emocionalmente inteligentes, como norma general, poseen mejores niveles de ajuste psicológico y bienestar emocional; presentan una mayor calidad y cantidad de redes interpersonales y de apoyo social; son menos propensos a realizar comportamientos disruptivos, agresivos o violentos; pueden llegar a obtener un mayor rendimiento escolar al enfrentarse a las situaciones de estrés con mayor facilidad y consumen menor cantidad de sustancias adictivas.
¿POR DÓNDE EMPEZAR?
Aunque en nuestro próximo artículo, os daremos algunas pistas sobre cómo educar con inteligencia emocional, hay que tener en cuenta que no podremos inculcar en los niños estos principios si no los ponemos en práctica nosotros mismos.
Educar niños saludables, competentes y felices será una misión imposible sin adultos emocionalmente inteligentes. Las personas de carácter desigual o comportamiento variable no ofrecen seguridad a los niños; éstos, no saben a que atenerse, desconfían y sufrirán inestabilidad emocional.
No se trata tanto de ser un compendio de conocimientos y virtudes, sino de ser personas equilibradas y congruentes, con un buen autoconocimiento de nosotros mismos para gestionar de forma adecuada gestos, actos, palabras, emociones y comportamientos. Se trata de hacerles ver lo que está bien siendo su ejemplo, que aprendan aquello que les va a ser útil para ser personas felices y a la vez, aptas para dar felicidada otros. Se trata de hacerles ver que sus necesidades son importantes, pero que no son el centro del mundo. Que las personas deben ser responsables con lo que dicen y hacen. Que hay que tratar a los demás de manera considerada, como a uno le gusta que lo traten. Se trata, sobre todo, de ser el equilibrio cotidiano que envuelve y reconforta al niño con afecto, de permitir que el niño encuentre armonía en el ambiente familiar.
Aprender a mejorar las habilidades de la inteligencia emocional lleva un cierto tiempo. En Clínica Cobián, ofrecemos un programa de «Mindfulness e Inteligencia Emocional», orientado al autoconocimiento y gestión eficaz de las emociones, a través de la práctica de mindfulness. Esta práctica milenaria que será la herramienta idónea para adquirir y desarrollar las competencias emocionales que nos permitirán tomar conciencia de lo que nos ocurre, gestionar adecuadamente las emociones y responder de forma equilibrada en nuestras relaciones con los demás.
Te invitamos a acudir a la próxima charla informativa que tendrá lugar el jueves día 8 de octubre, a las 19.30 horas en la Unidad de Bienestar de la Mujer y el Niño de Clínica Cobián.