Llega el buen tiempo, las actividades al aire libre y por tanto, las horas de exposición solar aumentan. El sol tiene una gran importancia para la salud de las personas, sin embargo, dependiendo de las características de las personas y del tiempo de exposición a sus radiaciones, pueden producir unos efectos sobre el organismo que pueden ser positivos o negativos.
Desde el Servicio de Pediatría de Clínica Cobián queremos explicaros los beneficios del sol y a su vez ofreceros unos consejos de cómo proteger a los más pequeños de los efectos nocivos de los rayos solares.
Los beneficios del Sol
En lo más pequeños, el sol ayuda a sintetizar la vitamina D, que es la responsable de fijar el calcio en los huesos favoreciendo su crecimiento.
La piel también se beneficia de los rayos solares ya que resulta fortalecida frente a las agresiones externas. Destacar que suele mejorar las afecciones típicas de la infancia como la dermatitis atópica y eccemas. La acción del acción del sol combinada con el efecto antiséptico del mar favorece la regresión de la dermatitis.
Estimula la inmunidad, el sol es capaz de aumentar el número de glóbulos blancos o linfocitos, las células encargadas de la primera defensa frente a la infección.
Por último, el estado de ánimo también resulta beneficiado de la luz solar ya que estimula la producción de melatonina y serotonina, conocidas como «hormonas del bienestar».
La importancia de protegerse
En el caso de bebés y niños más pequeños ( menores de 3 años) debemos de tener especial cuidado ya que son los más sensibles a los efectos nocivos de las radiaciones solares, por ello es recomendable que con la llegada del buen tiempo tengamos en cuenta los siguientes consejos:
- Evitar la exposición prolongada al sol, sobre todo en las horas centrales del día.
- Tener precaución al realizar actividades físicas los días en que el calor «apriete«, evita realizar actividades deportivas que requieran un esfuerzo físico importante.
- La exposición al sol debe ser progresiva, los primeros días tomar el sol pocos minutos e ir aumentando el tiempo en días sucesivos, evitando las horas centrales del día. Buscar zonas sombreadas o proveerse de sombrillas.
- Aplicar la protección solar antes de salir de casa, no esperar a llegar a la playa o la piscina. Aplicar la protección de forma generosa sobre la piel seca 30 min. antes de la exposición al sol. Proteger también los labios.
- Usar cremas o lociones pediátricas con filtro solar, siempre con un factor de protección 15 o superior y aptas para la edad del niño. Aún siendo cremas resistentes al agua, se debe renovar frecuentemente la aplicación.
- No olvidar que en el campo o en la montaña también hay riesgo de quemaduras solares; ¡protégete adecuadamente!, para ello utilizar gorros o mejor sombreros con ala.
- Utilizar ropas que cubran buena parte del cuerpo si estamos en áreas soleadas. Es recomendable vestirlos con camisetas con mangas y pantalones tipo bermudas.
- Llevar gafas de sol oscuras, con filtro para rayos UV, que protegen la delicada piel que rodea los ojos. Así evitaremos las lesiones oculares. Infórmarse en ópticas, farmacias o centros especializados.
- Garantizar la hidratación del niño ofreciéndole agua con frecuencia.