Si estás interesada en aprender a gestionar mejor tu estrés, aumentar tu capacidad de estar más presente, incrementar tu efectividad personal y profesional, adquirir hábitos más saludables, mejorar tus relaciones interpersonales, lograr un mayor equilibrio mental y, en definitiva, mejorar tu calidad de vida, eres candidata a la práctica de MINDFULNESS. En la Clínica Cobián, cualquier persona puede aprender a cultivar y desarrollar esta capacidad mental, una herramienta que vale la pena probar y que progresivamente nos ayudará a mejorar nuestro equilibrio psicológico y nuestra inteligencia emocional.
Pero, ¿qué es Mindfulness y qué relación tiene con la felicidad, el bienestar y la inteligencia emocional?¿Es cierto que lo practican los directivos de Silicon Valley para reducir el estrés y aumentar la productividad? ¿Están demostrados sus efectos científicamente? ¿Y a mí; me vendría bien practicarlo? ¿Cómo y dónde puedo aprender?
Estas y muchas otras preguntas, se oyen cada vez con mayor frecuencia desde que el fenómeno del mindfulness (traducido al español como atención plena o conciencia plena ha irrumpido con fuerza en nuestro medio. Responder a estas y otras preguntas no es una tarea sencilla, ya que para entender de verdad el significado de mindfulness, éste no puede ser explicado sólo con palabras. Mindfulness tiene que ser experimentado.
Podemos definir mindfulness como una cualidad o capacidad de la mente para estar presente y consciente en un momento determinado, con una actitud de aceptación del aquí y ahora. Es un estado de conciencia que implica atender a la experiencia interna y externa, en un instante en el que cuerpo y mente se sincronizan en el presente.
La evidencia científica nos muestra que este estado mental tiene una influencia decisiva en nuestra felicidad, ya que se produce un estado profundo de descanso fisiológico y una condición mental de calma y tranquilidad.
Para Kabat-Zinn (científico pionero en la introducción de las prácticas de atención plena en la medicina y psicología occidentales), mindfulness es lo que emerge cuando prestas una atención deliberada y sin juzgar al momento presente. Y lo que emerge no es más que la conciencia, a la cual podemos considerar como el gran contenedor de todos los fenómenos mentales, como son los pensamientos, las emociones y las sensaciones físicas. Mediante esta atención o conciencia plena del presente, podemos relacionarnos de una manera no crítica y afectuosa con los eventos internos y externos, lo que nos proporciona tranquilidad y sosiego.
Pero en realidad, son escasos los momentos en los que vivenciamos de manera plena nuestra experiencia presente. Generalmente nuestra atención es muy inestable; la mente está llena, reactiva, perdida en múltiples pensamientos que la mayor parte de las veces nos distraen del presente, cuando no nos perturban, inquietan, o directamente nos desbordan.
Estamos tan activos a todas horas, que pasamos automáticamente de una cosa a otra, funcionando en el llamado piloto automático (nuestro cuerpo está en un lugar y la mente está en otro). Esta forma de funcionamiento mental, en la que no hay descanso, nos genera un enorme estrés y desgaste a nivel mental y corporal.
Rumiamos sobre las cosas que ya pasaron o las que van a pasar (el acto de rumiar uno de los principales procesos cognitivos de muchas enfermedades psicológicas, como la ansiedad o la depresión), evitando el instante presente y con la estéril esperanza de que en algún momento posterior nos encontraremos mejor. Con la práctica de mindfulness, pasamos a un funcionamiento mental en el que nuestra mente descansa en el presente, aprendiendo a conectar con nuestro cuerpo y a habitar el único momento en que realmente vivimos, es decir, este momento, el aquí y ahora.
Esta capacidad de la mente, se cultiva y desvela mediante la práctica de la meditación mindfulness o insight, una disciplina proveniente de la tradición budista, así como con otros ejercicios de meditación no formal. La meditación mindfulness cultiva el insight o introspección, es decir, la exploración de los contenidos de la mente en constante cambio. Esto la diferencia de otros tipos de meditación, como es la concentrativa o las de visualización, cuyo fin es otro, como la búsqueda de la relajación.
Mediante los ejercicios de atención plena al presente, en los que regresamos una y otra vez de manera amable y consciente a nuestra experiencia presente, generamos la capacidad de concentrar la mente en un objeto o de permanecer abiertos a cualquier cosa que surja en nuestra experiencia presente sin que la mente baile y salte de un contenido a otro. De esta manera podemos observar cómo surgen y se desvanecen los pensamientos, sensaciones y emociones, entender cómo funciona nuestra mente y conocernos y aceptarnos mejor a nosotros mismos. Esto es lo que nos permitirá, posteriormente, flexibilizar y modificar los patrones mentales habituales que nos causan sufrimiento.
Los beneficios de esta práctica, validados en numerosísimas investigaciones a lo largo de las últimas décadas, han provocado un interés creciente por el mindfulness desde campos tan diversos como son la medicina, la neurociencia, el mundo empresarial o la educación, entre otros.
Y es que la capacidad de la conciencia sostenida momento a momento, especialmente en los momentos de agotamiento emocional, es una herramienta poderosísima y es una habilidad que puede llegar aprenderse. Los renombrados psicoterapeutas Ronald Siegel y Christopher Germer, afirman que “la conciencia es intrínsecamente poderosa, y la atención, que es la conciencia centrada, es todavía más poderosa; sólo cuando somos conscientes de lo que está ocurriendo en nosotros y a nuestro alrededor, podemos empezar a desenredarnos de las preocupaciones y de las emociones difíciles”.
La investigación científica, ha puesto en evidencia que la práctica de mindfulness previene y atenúa la respuesta de estrés y los estados de ansiedad, incrementa la capacidad de autorregulación emocional y la flexibilidad cognitiva, a la vez que mejora la autoaceptación, la autoestima y la calidad de las relaciones interpersonales.
Se observan, además, cambios y mejorías en el funcionamiento inmunológico y en la estructura y función cerebral. Gracias a las investigaciones en el campo de la neurociencia, empezamos a conocer los cambios que se producen a nivel cerebral cuando practicamos regularmente atención plena.
Entre otros cambios, se ha evidenciado un incremento en la actividad de la corteza prefrontal izquierda con respecto a la derecha (patrón observado frecuentemente en las personas más felices y orientadas hacia la aproximación de experiencias en vez de evitarlas), la disminución de la actividad de la amígdala (zona cerebral responsable de las respuestas de estrés, miedo y ansiedad) o el engrosamiento de la materia gris en áreas cerebrales relacionadas con el aprendizaje, la memoria de trabajo, el autoconocimiento y la regulación emocional.
La meditación mindfulness ha demostrado ser de gran ayuda en pacientes con enfermedades físicas crónicas (cardiopatías, dolor crónico, etc.), así como en trastornos psicológicos, como son la depresión y la ansiedad. Pero hay muchas personas que no sufren problemas físicos o mentales de relevancia y, sin embargo, también pueden verse enormemente beneficiadas cuando empiezan a practicar la atención plena. Para responderte a ti misma si esta práctica podría beneficiarte de algún modo, puedes hacerte estas y otras preguntas similares:
¿Eres capaz de hacer muchas tareas al mismo tiempo, pero te sientes incapaz de estar plenamente en el aquí y ahora? ¿Sueles ser plenamente consciente del momento presente, o a menudo tienes dificultades para concentrarte en lo que está ocurriendo? ¿Te suele ocurrir que sólo te haces consciente de las señales de tensión física o incomodidad cuando estas se hacen dolorosas?
¿Sueles caminar o conducir en “piloto automático”, sin prestar atención a lo que sucede durante el trayecto y llegando a veces al sitio casi sin darte cuenta? ¿Con frecuencia te comes la cabeza, preocupándote por cosas que ya pasaron o que aún no han ocurrido? ¿A veces te preguntas por qué no me siento mejor si no tengo grandes problemas; puedo hacer algo al respecto? ¿Cuándo experimentas una emoción difícil, eres inmediatamente consciente de la misma y puedes calmarla, o a menudo reaccionas de manera automática y no te das cuenta hasta un tiempo después? ¿Estas reacciones automáticas te generan a menudo dificultades en tus relaciones personales? ¿Puedes permanecer tranquilamente con el malestar emocional, sin reaccionar, tratar de evitarlo o de hacer algo diferente para dejar de sentirte mal?
Y por último. ¿Desearías en muchas ocasiones que tus hijos aprendiesen a regular mejor sus impulsos, a atender y aprender mejor, pararse y decidir antes de actuar, a ser más amables y receptivos, y a relacionarse mejor con los demás?
A estas alturas, ya habrás advertido que practicar mindfulness nos viene bien a todos. Aprender a practicar mindfulness de manos de un psicoterapeuta experimentado, que puede ofrecernos una guía y orientación adecuadas en este proceso, es la forma de empezar más recomendable. El psicoterapeuta entrenado en atención plena, procurará que cada persona extraiga el mayor potencial de esta práctica y de su capacidad para vivir y disfrutar del presente, ayudándole al mismo tiempo a no perder de vista la esencia de esta práctica milenaria. Es relativamente frecuente caer en la trampa de la moda pasajera y considerar que mindfulness es una simple técnica que se puede aprender en unos días, o entrenar en unas semanas, perdiendo así el verdadero sentido de esta práctica.